El pasado jueves 7 de marzo, el ministro de economía, Luis Caputo, habló sobre la situación económica de la Argentina y el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Sin corbata, con más años y las mismas mañas que cuando el actual presidente lo llamó ineficiente, se paró en el atril y abrió el Foro de Inversiones y Negocios Mendoza 2025.
“Toto” dijo que habrá un acuerdo con el FMI, se concretará una vez superadas las “burocracias” del organismo y “la propia” (o sea la Ley argentina) antes que finalice el primer cuatrimestre del año y que -¡si adivinaron!- “será muy beneficioso para el país”.
Antes de terminar aclaró que “las similitudes con el pasado pueden hacer confundir a uno. Ahora, por eso es importante entender que esta vez no es el mismo caso. Ahora no aplica el “ya la vimos”. ¿Saben por qué? Porque esto no pasó nunca”.
Hay algo aliviador en este tiempo presente (y en todos los tiempos): descubrir que lo que sucede no es novedoso, no es único, no es tan especial y mucho menos permanente.
El ministro de economía intenta alejarnos del pasado por una simple razón: allí está su condena.
La historia es un campo de batalla del que nunca hay que retirarse. Allí se disputa nuestro presente y la posibilidad de construir un futuro.
Pensamos, escribimos, decimos, ponemos el cuerpo en tiempo presente, pero debemos hacerlo como si el pasado estuviera ocurriendo.
Decía Eduardo Galeano que “el pasado está vivo, aunque haya sido enterrado por error o por infamia, y porque el divorcio del pasado y el presente es tan jodido como el divorcio entre el alma y el cuerpo, la conciencia y el acto, la razón y el corazón”.
O como dijo Cristina Fernández de Kirchner, tenemos que ser capaces de poder enderezar las experiencias y ordenar las nuevas demandas para poder alinear pensamiento, palabra y acción: una trilogía indispensable”.
En el primer capítulo de El Arca de Milei hay un perfil y un recorrido sobre el rol del actual ministro de economía argentino. Revisar lo que sucedió aquellos días ayuda a pensar por qué se hace indispensable para el actual gobierno convencernos de que “esto no pasó nunca”.
Luis Caputo es responsable de que Argentina volviera al FMI en 2018. Pieza fundamental del shock económico que sufrió el país y del que no ha logrado recuperarse.
Dice Naomi Klein, autora de la Doctrina del Shock (2007) que “los shocks a gran escala modifican las sinapsis colectivas, conducen a regresiones masivas y convierten a las personas en presa fácil para los demagogos”.
En abril de 2018, el entonces funcionario de Mauricio Macri afirmó en el Congreso de la Nación: “quiero también despejar la percepción que pueda tener alguien en su casa respecto al temor de que yo me levante un día y tome 80 mil millones de dólares de deuda, no, no y no. No funciona así, es exactamente al revés”.
Dos meses después, el FMI anunciaba que le otorgaba a la Argentina el mayor préstamo “político” en la historia del organismo: 50.000 millones de dólares (de los cuales finalmente fueron desembolsados 44.000 millones de dólares).
Lo que era imposible de hacerse, se hizo.
Solo gracias a la complicidad del Poder Judicial y un sector de la dirigencia política que sobrevive al calor de las corporaciones mediáticas que integran el Poder económico, el gobierno de Javier Milei puede insistir en aplicar políticas de endeudamiento criminal que no son nunca “beneficiosas para el país”.
Hay que perder el miedo a discutirlo todo, porque a la vuelta de la esquina está el futuro sobre el cual debemos escribir como si no habitáramos el pasado narrado desde el presente. Nos corresponde poner el cuerpo, tener ideas que podamos poner en palabras y luego llevarlas a la acción.
La resistencia no es una impostura, en ella radica “el hidalgo valor de la vida”.
Empecemos por impedir que los poderosos acumulen más poder y agrietemos el muro que construyen cotidianamente entre los que sufren y los que sobreviven.
Organizarse para enfrentar al poder implica romper la lógica del caos que pretenden imponer los saqueadores sin memoria.
Vivir implica hacerse presente en este tiempo que requiere de cada uno de nosotros una existencia que acepte habitar el ahora con la fortaleza de saber que decir no, no basta.
Si seguimos esperando que esto pase, solo habrá pasado el tiempo.
La crueldad empieza por la indiferencia.
Fragmento del Capítulo 1 de El Arca de Milei ¿Cómo y con quién construyó su poder?
Caputo el ineficiente:
“Toto” era considerado “el mejor trader de la Argentina” por su habilidad para conseguir ganancias a partir de la compra y venta de activos y bonos. Venía del sector privado con la chapa de haber logrado importantes rendimientos para sus clientes incluso en situaciones adversas.
Durante enero y febrero de 2016, Caputo viajó reiteradas veces a Nueva York. Conocía la ciudad porque había trabajado para la banca privada. Junto a su equipo pasaba horas en las oficinas de Daniel Pollack, el mediador designado por la justicia norteamericana, a quien “Toto” consideraba un “aliado de la Argentina”.
En medio de las extensas jornadas que se extendían por cerca de diez horas, el secretario de finanzas dialogaba con la prensa y transmitía tranquilidad asegurando que el objetivo del gobierno argentino era dejar atrás el litigio.
Representantes de tenedores principales de bonos que no habían sido reestructurados , así como con abogados de los bonistas conocidos como “me too” pasaron por las oficinas ubicadas en el 245 Park Avenue de Manhattan. “Si los holdouts también tienen la misma intención, deberíamos llegar a un acuerdo”, afirmaba Caputo mientras Pollack anunciaba acuerdos con bonistas individuales.
El mayor tenedor de bonos en litigio era Paul Singer, quien encabezaba a los buitres que reclamaban en los tribunales neoyorquinos casi diez mil millones de dólares y no estaban dispuestos a aceptar ninguna quita. En ese contexto, Argentina recibió el apoyo de la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. “Estamos muy animados de ver que el nuevo gobierno argentino ha tomado la iniciativa de negociar con sus acreedores”, señaló la titular del organismo.
El acuerdo conseguido por el equipo de Caputo estaba supeditado al fallo del juez Thomas Griesa, quien solicitó la derogación de la Ley Cerrojo y de Pago Soberano, que en conjunto impedían la reapertura de las exitosas reestructuraciones de 2005 y 2010, a las que se adhirieron el 93 por ciento de los bonistas.
El primero de marzo de 2016, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, Mauricio Macri anunció que se les pagaría a los holdouts todo lo que pedían. El proyecto del Poder Ejecutivo ingresó al Congreso y se convirtió en ley antes de que terminara el mes.
Toto Caputo estaba contento, todo marchaba en base al plan. El objetivo de la negociación acelerada era poder endeudarse otra vez: “Si no tenemos un horizonte para financiarnos, si alguien no nos presta, no hay margen para el gradualismo en bajar el déficit fiscal”.
No era el único que celebraba. Mauricio Macri había sido incluido dentro de la lista de los cien personajes más influyentes del mundo según la revista Time . Paul Singer no escatimaba en elogios y, a horas de comenzar a recibir los pagos acordados, dijo que Macri era “el campeón de la reforma económica” y destacó que el presidente argentino había logrado “remover los controles monetarios en Argentina, permitiendo más libertad”.
Su rol de negociador con los buitres puso a Caputo bajo la lupa. Con casi treinta años de trayectoria en el mercado financiero, la agencia de noticias Bloomberg lo señalaba como “un ex Wall Street”, por su pasado en JP Morgan como trader de Bonos y Acciones en Argentina y América Latina en Estados Unidos (entre 1994 y 1998), y jefe de bonos de su filial Europa del Este y América Latina en Londres (entre 1998 y 2003). En la city porteña se valoraba positivamente su presidencia de la sede argentina del Deutsche Bank (2003– 2008) y la creación y conducción de AXIS, una administradora de fondos comunes de inversión. Mientras el reconocido economista Aldo Ferrer le cuestionaba que hubiera aceptado las condiciones de los buitres relegando soberanía, el mundo financiero lo celebraba. Dime quién te defiende y te diré a quién beneficias.
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En junio de 2017, Toto fue noticia nuevamente. Por primera vez en la historia, Argentina colocaba un bono a cien años por una suma de 2750 millones de dólares. “El país se convirtió así en el primero de Sudamérica en emitir deuda a tan largo plazo”, advertía la entonces periodista Marcela Pagano . “En un siglo esta deuda no representa nada”, se defendía el ministro de Finanzas.
En noviembre, el segundo funcionario más rico del gobierno se vio involucrado en un escándalo internacional. La filtración de documentos Paradise Papers , que alcanzaba a autoridades de diferentes países, incluía su nombre entre los documentos que se hicieron públicos y se lo presentaba como administrador de una red de sociedades en paraísos fiscales a los que ahora beneficiaba desde la Secretaría de Finanzas del Gobierno.
El impacto de la investigación obligó al ministro a dar explicaciones. “No hay ningún conflicto de interés, hoy no tengo nada que ver ni con Axis ni con Noctua. Es más, hoy desfavorezco a mis exsocios. Ningún fondo que haya litigado contra la Argentina estuvo vinculado a Noctua, no lo creo. Pero la verdad es que no lo sé. Si fuera así, me trago este teléfono y me tiro por la ventana”, respondió ante las consultas de los medios locales involucrados en la investigación.
A pesar de sus declaraciones, aparecieron documentos oficiales de la Comisión Nacional de Valores estadounidense (SEC) que confirmaron que Caputo había omitido declarar ante la Oficina Anticorrupción que, entre 2009 y 2015, fue accionista –de manera indirecta– de Noctua . A través de un entramado societario, controló Noctua Partners LLC junto a Martín Guyot, un argentino radicado en Miami. Ambos tuvieron, a su vez, a título personal y de forma directa, el “cinco por ciento o menos” de las acciones de Noctua. Pero el funcionario no declaró ante la OA esa participación accionaria, ni aludió a sus intereses en las firmas Princess o Affinis, ni la incluyó en sus declaraciones juradas correspondientes al período fiscal 2014 y 2015.
Según publicó La Nación, esos fondos movieron 251 millones de dólares . El esquema accionario cambió en 2016. En el formulario de la SEC de ese año, Caputo salió del negocio y es Guyot quien figura desde entonces como accionista de Affinis International.
Ya sin acciones en Noctua, Caputo asumió sus tareas como secretario de Finanzas del macrismo, puesto desde donde negoció la deuda con los fondos buitres y estableció el valor de los bonos de la deuda argentina defaulteados. Por esta investigación, el ministro fue denunciado por “administración fraudulenta, delito de uso de información privilegiada, incumplimiento de los deberes de funcionario público, lavado de dinero, negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas, omisión maliciosa y tráfico de influencias”. La justicia se toma su tiempo.
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La crisis económica y los escándalos que rodeaban al “Messi de las finanzas” comenzaron a ser cuestionados por figuras como Guillermo Nielsen, quien consideró que debía renunciar a su cargo. “Cuando sos ministro y vas al exterior a buscar inversiones, es un papelón tener la plata afuera”, dijo el economista y diplomático, que sabía del tema. “Debés presentarte al mundo con una limpieza que no están teniendo. Yo le pediría la renuncia a Luis Caputo, hay reglas de juego que no se cumplieron”.
A pesar del triunfo en las elecciones de medio término de 2017, el equipo económico del macrismo no hacía pie. El año cerraba con números en rojo. En el Día de los Inocentes el gobierno llamó a una conferencia de prensa de urgencia con el objetivo de anunciar las nuevas metas de inflación. La jornada marcaría un hito que se recordaría como el 28D. La figura central de aquella puesta en escena fue Marcos Peña, el jefe de gabinete y hombre fuerte del macrismo. A su lado estaba el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y los ministros de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne y Toto Caputo. La meta para el 2018 era de diez por ciento anual y se cambió a quince por ciento. El anuncio fue considerado por “los mercados” como una intervención del poder político en la autonomía del Banco Central y la figura de Sturzenegger quedó debilitada.
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En abril de 2018, Caputo acudió al Congreso para rendir cuentas ante la bicameral de seguimiento de la deuda, donde dio definiciones sobre el plan económico del macrismo y explicó que reducir el déficit primario en cinco puntos iba a generar “un tremendo impacto en los que menos tienen”, por lo que se había tomado la decisión de reducir el déficit fiscal a razón de un punto del PBI por año. Para el ministro, la preocupación de la gente no debía ser el endeudamiento sino el cumplimiento de las metas fiscales.
Una vez más, las predicciones de Caputo fallaron. El 7 de junio de 2018, el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunciaron en medio de una crisis financiera autoinfligida que Argentina volvía al Fondo Monetario Internacional tras quince años.
Una semana después, Sturzenegger presentó su renuncia y fue reemplazado por Caputo. El 20 de junio, el acuerdo era aprobado por el directorio ejecutivo: Argentina recibiría, en el marco de un Acuerdo Stand–By de tres años, cincuenta mil millones de dólares.
El organismo multilateral de crédito había autorizado al gobierno de Macri un préstamo en dólares equivalente al sesenta por ciento de su capacidad. Inédito. El país se endeudaba más allá de sus capacidades y comenzaba un período nefasto para la Argentina.
El flamante presidente del Banco Central consideraba beneficioso el acuerdo que reforzaba la autonomía de la institución y mejoraba sustancialmente su hoja de balance “Se soluciona el tema del financiamiento porque el paquete es lo suficientemente grande para cumplir las necesidades financieras hasta la finalización del mandato del presidente Macri”, explicó Caputo.
Una de las voces más críticas del macrismo y su plan económico provenía de la Patria Panelista. Un economista liberal que cuestionaba duramente el “gradualismo” del gobierno de Cambiemos y se había ganado un lugar en los medios. Era Javier Milei, que se paseaba por los canales de televisión y escribía en sus redes lo que se preguntaba frente a las cámaras: “¿El préstamo del FMI estará destinado a fondear la salida hacia el dólar y evitar la devaluación que confirme el fracaso del gradualismo, Mauricio Macri?”.
Al asumir Caputo al frente del BCRA, el dólar estaba en veintiocho pesos. Al terminar su gestión, había superado los cuarenta. En el medio, un escándalo volvió a ponerlo en el ojo de la tormenta. Las fotos de su viaje a Brasil en el marco de una corrida cambiaria tras sufrir un escrache público en un restaurante fueron las últimas postales de su gestión.
Milei estaba en lo cierto. En septiembre de 2018 el gobierno debió acudir nuevamente al FMI y un equipo del Ministerio de Economía viajó a Washington para negociar con el FMI nuevos desembolsos. Toto no fue de la partida ya que se fue de su cargo a ciento tres días de haber asumido.
Caputo anunció su retiro definitivo del gobierno de Mauricio Macri a través de una carta en la que señaló que su renuncia se debía a “motivos personales” y que se iba “con la convicción de que el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional restablecerá la confianza acerca de la situación fiscal, financiera, monetaria y cambiaria”.
Los buenos deseos y las convicciones de Toto no surtieron efecto, tampoco los desembolsos posteriores del Fondo Monetario Internacional que no lograron revertir la caída de la economía .
Las críticas más fuertes llegaron de un grupo de economistas liberales mediáticos, entre los que estaban José Luis Espert, Diego Giacomini y Javier Milei, que dejó un registro virtual y detallado de sus opiniones acerca de Cambiemos: “El 28D dije: más inflación y devaluación, mayor tasa de interés, vuelta al FMI, recesión, desempleo, caída del salario real, más pobres e indigentes. Me gustaría saber qué dirán ahora las focas amarillas aplaudidoras como Amadeo, Iglesias … que en su momento salieron a pegar furiosos” .
2018 fue el año en el que los problemas económicos en Argentina aumentaron al ritmo del endeudamiento. El “Messi de las finanzas”, era considerado entonces por Javier Milei como un “ineficiente”. En diálogo con Mauro Viale, lo acusó de “fumarse” quince mil millones de dólares y terminar en el Fondo Monetario Internacional: “Vino Caputo, lo echaron a Sturzenegger acusándolo de manejar mal la mesa, se fumó 15 mil millones de dólares de reserva, irresponsablemente, ineficientemente dejándonos este despiole de las Leliqs. Es uno de los responsables del 28D; es uno de los grandes desastres que se hicieron en el Banco Central y lo hizo Caputo en solo tres meses”, explicaba en los estudios de América.
Toto Caputo intentó despegarse del programa Stand By con el FMI y sus consecuencias. En su red social manifestó que él siempre había estado en contra del préstamo y que no había participado en la negociación. Fue un exdirector del organismo multilateral de crédito, Alejandro Werner, el que aplicó un freno al corredor que trataba de alejarse de su responsabilidad: “Creo que había, de parte de él, una visión muy desordenada de cómo implementar la política monetaria y cambiaria, con la que nosotros no coincidimos. Si te ofrecen encargarte de la implementación de un programa en el que no creés, o no lo aceptas o pedís tiempo para ir a renegociarlo. Caputo no hizo ninguna de las dos cosas. Aceptó el compromiso”.
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Más información sobre Luis Caputo en El Arca de Milei ¿Cómo y con quién construyó su poder? Ediciones Futurock.

